
El diseño iterativo: jugando el juego infinito de las marcas
Hace unos días, escuchaba a Juan Manuel Garrido en el podcast Aprender de Grandes y una frase me hizo reflexionar: “el diseño es cualquier acto con intención en el mundo”. Esta idea me llevó a pensar en cómo el diseño afecta la forma en que nos relacionamos con objetos, productos, situaciones y marcas. Ese impacto moldea nuestra experiencia, y, a su vez, nuestras experiencias transforman los productos, servicios y vivencias que nos rodean. Es un ciclo constante de cambio.
Por Carlos De Santiago
Este modelo me recordó el concepto de los “juegos finitos e infinitos” de James P. Carse. A diferencia de un partido de fútbol, que tiene reglas claras, un tiempo definido y un resultado tangible (ganar, perder o empatar), las marcas participan en un juego infinito. No hay una “mejor marca del mundo”, porque no existe un parámetro universal para medirlas. En cambio, lo que importa es la capacidad de adaptarse, evolucionar y seguir siendo relevante en un contexto siempre cambiante.
El impacto del diseño en nuestra experiencia
El diseño, en cualquiera de sus formas, tiene la capacidad de transformar cómo vemos el mundo y cómo interactuamos con él. Por ejemplo, el lenguaje es uno de los “diseños” más fundamentales: da forma a nuestra visión del mundo y afecta cómo nos relacionamos con las personas y las ideas. Del mismo modo, las decisiones que una marca toma en su diseño –desde cómo estructura su propuesta de valor, modelo de negocios y hasta los productos/servicios que ofrece– moldean su relación con su audiencia.
Un caso emblemático es Apple. Cuando lanzaron el primer iPhone, no sólo resolvieron necesidades de comunicación del momento, sino que transformaron la manera en que interactuamos con la tecnología y el mundo. Hoy, desde enviar mensajes hasta hacer pagos, nuestras rutinas giran en torno a estos dispositivos inteligentes. Esa revolución tecnológica no se detuvo ahí. Apple, junto con otras empresas, ha iterado constantemente para adaptarse a este cambio cultural. Después de esa revolución y cómo se ha moldeado nuestra experiencia alrededor de los dispositivos inteligentes, Apple y muchas empresas han iterado alrededor de este cambio cultural.
Es ahí donde entra el diseño iterativo que nos permite “organizar” de mejor manera este proceso cíclico de aprendizaje, desarrollo y feedback.
Diseño iterativo en la estrategia de marca
Cuando una marca adopta un enfoque iterativo, reconoce que sus audiencias no son entidades estáticas. Las necesidades, preferencias y comportamientos cambian constantemente debido al impacto de las decisiones que la misma, y otras marcas, introducen en el mercado. Un producto efectivo hoy podría ser irrelevante mañana, y a su vez, una tecnología que no es relevante hoy puede serlo mañana. Pero una marca que se dedica a escuchar, experimentar y evolucionar tiene la capacidad de mantenerse en el juego infinito.
Un ejemplo de esto es Netflix. Lo que comenzó como un servicio de renta de DVD por correo evolucionó hacia una plataforma de streaming que hoy lidera el mercado global con producciones originales que se basan en datos e interacciones de sus usuarios. Cada decisión –desde los géneros de sus series hasta la interfaz de su plataforma y las portadas de las series y películas– está diseñada para iterar sobre la experiencia de su audiencia.
Aprender y adaptarse: la base del diseño iterativo
El aprendizaje constante es clave para el diseño iterativo. Cada interacción con la audiencia es una oportunidad para mejorar: ¿Está funcionando el mensaje? ¿Resuelve una necesidad real? ¿Podemos optimizar la experiencia? Incluso los pequeños detalles, como mostrar información relevante en el momento adecuado o permitir al usuario personalizar su carrito de compras, son parte de este proceso.
Este proceso no es lineal, a veces implica retroceder, probar algo nuevo o cometer errores. Pero es a través de estas iteraciones, grandes o pequeñas, que las marcas logran mantenerse relevantes, valiosas y conectadas con su audiencia.
Para concluir
Cuando pienso en diseño iterativo, no solo veo una metodología; veo una filosofía que puede aplicarse tanto a las marcas como a nuestras propias vidas. Al igual que una marca aprende y evoluciona con cada interacción, nosotros también estamos constantemente rediseñando cómo navegamos el mundo.
El reto, para las marcas y para nosotros, es abrazar este juego infinito: seguir diseñando con intención, aprendiendo de cada iteración y evolucionando con el tiempo. Porque en este juego, no se trata de ganar, sino de seguir jugando.