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El caso Cinemex y un tranvía llamado “rebranding”

Hay pocas noticias en el mundo del diseño que generan más revuelo que un rebranding, sobre todo si se trata de una marca icónica. Cuando una marca de la magnitud de Cinemex decide rebrandearse, este esfuerzo no debe quedarse únicamente en un cambio de apariencia, sino que debe ser un mensaje sobre su visión y aspiraciones de posicionamiento.

Por Eduardo Gutiérrez

Rebrandearse no solo significa cambiar. Un buen rebranding va más allá de actualizarse visualmente; se trata de acompañar cambios estratégicos u organizacionales profundos, y tiene como objetivo resolver retos específicos o capitalizar oportunidades de posicionamiento para una marca. Hablemos de cómo un rebranding es un medio, no un fin.

Un rediseño de marca es más que solo un cambio de logotipo

Aunque sin duda el logotipo es uno de los elementos más visibles e importantes de una marca, éstas están compuestas de muchos otros elementos. Con esto no solo me refiero a otros aspectos visuales y tangibles, sino aquellos que no pueden verse ni palparse, pero que se sabe que están ahí: la propuesta de valor de una marca, su tono de voz y personalidad, la experiencia que ofrecen y muchos otros aspectos.

Rebrandearse, entonces, significa no solo modernizar el logotipo, sino hacer una revisión exhaustiva de todos los atributos de una marca y alinearlos con la nueva estrategia.

El contexto importa

Cada rebranding ocurre en un contexto específico que no se puede ignorar. En el caso de Cinemex, por ejemplo, el contexto incluye una industria del entretenimiento que ha cambiado radicalmente en los últimos años. El auge de las plataformas de streaming, las nuevas expectativas de los consumidores y la eterna competencia con Cinépolis seguramente influyeron en su decisión de renovar su imagen. Entender este contexto es clave para interpretar no solo el “qué” y el “cómo,” sino también el “por qué” de un rebranding.

Hay marcas que son un patrimonio colectivo

Hay algo especialmente interesante en las marcas icónicas como Cinemex: no son solo propiedad de la empresa que las gestiona, sino que también son parte del imaginario colectivo. Cada persona que ha vivido una experiencia con la marca (clientes, empleados, proveedores…) es dueño de una parte de la misma. Esto significa que un rebranding no debería ser solo un ejercicio de diseño interno ni una decisión puramente corporativa; debería considerar qué significa la marca para todas estas personas y qué impacto tendrá el cambio en ellas.

Aunque parezca contradictorio, muchas marcas han dejado de pertenecer a sus respectivas empresas y han pasado a ser patrimonio de la gente, forman parte de la cultura popular. Cinemex ha sido el escenario de primeras citas, celebraciones y rituales cotidianos de muchísima gente. Se ha hecho de un legado que no es forzoso mantener, pero sí cuidar.

Esto no significa que una marca icónica no pueda evolucionar, sino que tiene que hacerlo de manera estratégica y no únicamente acompañar tendencias del diseño solo porque sí.

Un rebranding no es un simple cambio de ropa; es una transformación que debe estar respaldada por una estrategia clara, un entendimiento profundo del contexto y una visión centrada en las personas. En el caso de Cinemex, solo el tiempo dirá si su nueva identidad logra conectar con la misma fuerza emocional con la que lo ha hecho durante años, pero una cosa es clara: las marcas icónicas no solo se reinventan, también llevan consigo la responsabilidad de preservar su esencia mientras avanzan hacia el futuro.

¿Estás pensando en modernizar tu marca y quieres hacerlo de manera estratégica? Mándanos un mensaje, quizás podamos ayudarte en el proceso.