Una realidad que abre posibilidades
Si bien la vida es movimiento constante, hoy nos estamos enfrentando a un cambio más radical que nos ha sacudido tan fuerte que hasta mareados nos sentimos. Esta nueva realidad se muestra tan ambigua y confusa, que distinguir sus cualidades llega a ser complejo. Sin embargo, comienzan a notarse ciertos patrones que develan líneas conductoras de comportamiento.
Lo verdaderamente notorio es que la pandemia nos ha llevado a cuestionarnos las cosas. Es real que como negocios debemos replantearnos la manera en que existimos, y como usuarios reconsiderar la manera en que consumimos. Esto resulta en una nueva forma de interactuar unos con otros, es decir, en nuevos modelos de venta e interacción.
Nuestros hábitos de consumo se han ido transformando, algunos como respuesta más rápida y reactiva que otros. Sin embargo, el giro que dio nuestro comportamiento colectivo, abrió paso a nuevas posibilidades y campos de acción. Un efecto que se da cuando los motivadores se ven alterados.
Espacios y relaciones físicas pasaron a ser virtuales. Ventas que se realizaban frente a frente, con alguien que te lleva de la mano, ahora se hacen a través de WhatsApp o redes sociales, y en el mejor de los casos a través de un e-commerce intuitivo que te permite salir de la tienda con un carrito lleno y la tranquilidad de que todo seguirá fluyendo bien con tu pedido.
Según el informe de Llorente y Cuenca habrán cambios más acelerados en la digitalización y el e-commerce. “El ocio virtual, el acceso al delivery, la compra de productos online y el uso de plataformas para el teletrabajo van a reeducar nuestros hábitos y a provocar un cambio más acelerado del esperado en áreas como la digitalización, los servicios bajo demanda y el desarrollo del ecommerce, haciendo además caer algunos debates regulatorios sobre la generación de barreras a herramientas o compañías centradas en lo digital. Esta crisis está también acentuando la desintermediación de la que ya habíamos hablado a raíz de experimentos como Amazon Go en su momento, reduciendo obligatoriamente el número de interacciones entre personas”.
Hoy, consumimos e intercambiamos más en este mundo virtual, en donde las reglas son distintas y las expectativas también. Probablemente salieron del mapa muchos intermediarios, y a la vez, dimos la bienvenida a otros que nos facilitaron los pagos y las entregas. Sin embargo, la necesidad de establecer una relación fuerte con los usuarios es una constante que nos invita a ejercer la empatía con mayor intención.
¿Qué pasa cuando visitar una tienda en el centro comercial y pedir asesoría a los dependientes se convierte en algo riesgoso? Y a la par, la necesidad de las personas por adquirir prendas y objetos hermosos que los hacen sentir contentos, continúa e incluso aumenta.
¿Qué despertó en nosotros que decidimos virar a consumir mayores marcas y servicios locales?
Como negocios, es valioso y sobre todo fundamental, entender quiénes son las personas que se relacionan conmigo, cuáles son sus necesidades reales y qué les interesa. Pues esto es la clave para sobrevivir. Es indispensable profundizar en las emociones humanas y tamizar sus motivadores. Porque tener claro, qué los mueve, qué los conecta, qué los detona, qué los lleva a compartir, en dónde están, cómo se mueven, con quienes platican…, nos permite desarrollar estrategias de negocio y de marketing digital directas y asertivas que atienden los nuevos hábitos de consumo y de interacción. De esta manera, nuestras probabilidades de venta y crecimiento para lograr los objetivos de un negocio rentable, aumentan.
Por ello invitamos a los negocios a que se unan a nosotros para replantear, profundizar y accionar, sin curitas. A dibujar el panorama que desean y a tomar decisiones conscientes ante esta realidad que abre posibilidades.